9.19.2010

Como un cuento para niños para grandes.


Ella ya no tenía tanto miedo del cuco que vivía debajo de su cama y que hacía que aun a los 20 años le de miedo la oscuridad y se sintió feliz por eso. Pero al poco tiempo de poder caminar por la casa sin prender ninguna luz ni despertarlo para que la acompañe al baño, apareció un nuevo monstruo que le sacudió el piso.

Era el más grande, inoportuno y feo que había visto en millones de años, aun así no se hubiera fijado en este terrible ser de no ser por que este cuco quería ser visto.

Ella trató de ignorarlo varias veces, no solo por que creía que no valía la pena prestarle atención, si no por que temía que la creyeran loca si decía que este cuco se la tenía entre ceja y ceja. No se lo dijo a nadie, ni siquiera a él, por que en el fondo rogaba que se diera cuenta solito y le ofreciera, no solo acompañarla en la noche cuando todo ya estaba apagado para que fuera al baño, si no espantar al feo monstruo que la hacía temblar cada vez que daba un paso.

Pero como debieron suponer y por el tipo de historia que es esta, él no hizo nada… a veces saludaba al monstruo para evitar molestarlo, a ver si ya no fastidiaba más, pero esas cosas solo funcionan en los cuentos que las mamás preocupadas le cuentan a sus hijos para que no peleen en el colegio.

Sea como fuere, el nuevo gran cuco seguía ahí y ella ya se estaba empezando a cansar: ya no podía salir de su cuarto en las noches, cuando escuchaba cualquier ruido se tapaba con las sabanas y hasta empezó a volver a temerle a viejos cucos que la habían atormentado en el pasado.

Decidió hacer algo entonces cuando notó que este cuco se iba en serio contra ella, cuando se dio cuenta que estaba perjudicando su tranquilidad, su cantidad de sonrisas en un día, sus pensamientos día y noche… y sobre todo su relación con él, por que ahora se sentía mas sola que nunca en el mundo, y todos saben que eso no es bueno, por que le daba al monstruo lo que el monstruo quería, y este solo se alimentaba de su desgracia.

Decidió observarlo, lo conoció un poco más, le sonrió algunas veces pero siempre manteniendo su distancia, siempre examinándolo. Entonces empezó a descubrir que este cuco no era tan grande como quería parecer. Es mas, cuando lo miro directo a los ojos este no pudo aguantar ni un minuto y muerto de miedo movió la cabeza, pero ella pudo ver que estaba vacío completamente y que lo único que había era fuego que ardía dentro. Ese día fue clave para la historia, el cuco se debilitó al ver que era más difícil intimidarla ahora que ella lo conocía más.

Se achico mucho ese día, también perdió fuerza.

Las cosas iban mejor para ella desde entonces y le era un poquito más fácil espantar a los cucos antiguos que querían perturbarla. Pero faltaba algo, él.

Él, que siempre estaba a su lado y que paseaba por la oscuridad más tranquilo que ella, ya sabía de la historia por que una noche de desesperación ella se la contó. Resultaba que él había visto a este cuco ya muchas veces antes y lo conocía, pero nunca se le ocurrió que llegaría a hacer todo lo que había hecho, para ser sinceros, él, hasta ese día, no sabía o no quería saber que esa persona era un cuco para otra, y sobre todo para otra tan importante para él.


Hablando de él les contaré que cuando se enteró de todo no supo que hacer. A veces seguía sonriéndole al cuco e invitándole galletitas, galletitas y conversaciones que lo hacían crecer, por que este cuco crecía cada vez que veía la mirada triste de ella viéndolo a él no hacer nada. Algunas otras veces intentó ignorar al monstruo pero este buscó la forma de hacerse notar y de asustarla cada vez que pudo y luego voltear a sonreírle al resto.

- ¡EL CUCO TE QUIERE PARA ÉL! - Le gritó finalmente ella a él un día en el que las fuerzas se le habían acabado de tanto temblar de miedo. – Y yo no puedo ver esto… te quiero demasiado para ver como ignoras ese fuego que me está quemando. - Después de decir esto se le cayó una lagrima y caminó hasta la puerta – si el cuco te quiere a ti y me atormenta a mi lo mejor va a ser que nos alejemos, así ya nadie vivirá con miedo – luego se fue.

En la noche de ese día él durmió solo abrazando el espacio lleno de miedo que ella había dejado. No podía dormir, se tapó con sus sábanas y tembló como no lo hacía desde chiquito cuando pensó que había un cuco debajo de su cama. Tenía miedo pero no del cuco.

Tenía miedo de estar sin ella.

Se paró corriendo de un salto de la cama y salió de su casa aun en pantuflas y gritando su nombre. Corrió por todas las calles desiertas, esperó ver al cuco por ahí pero este ya estaba por otra parte, se había ido pensando que ya había logrado su cometido.

Llegó entonces él a la casa de ella y tocó la puerta tan fuerte que la despertó. El ruido la tenía aterrada, miro a su costado buscándolo pero luego recordó que ahora estaba sola… -debe ser ese cuco otra vez, ahora que quiere conmigo – cogió un palo de escoba y bajó las escaleras decidida – ya me ha quitado lo más importante que tenía en mi vida, ya no me puede hacer nada peor.

Tomo aire y abrió la puerta de golpe pero lo que vio no fue un monstruo, era él.

Los dos se quedaron paralizados por unos segundos sin saber que decir, luego el habló – si me permites – cogió su mano – quiero caminar contigo de la mano de hoy en adelante para que nunca más respires con miedo. Ya no hay más cucos a quienes temerle, ya no nos va a fastidiar ese monstruo nunca más por que ahora ninguno está solo.

Sabía que sus palabras eran ciertas y todos los miedos desaparecieron al apretar su mano, confiaba en él, confiaba en que la cuidaría y que no volvería a hacer nada para hacerla sufrir, confiaba en que se enfrentaría al cuco si hacía falta y no caería en sus mentiras o en sus trucos para volverse más grande y volverla más pequeña, confiaba en que de ese día en adelante, ya no le tendría miedo a la oscuridad ni al cuco de abajo de su cama.



[a veces ese cuco vuelve e intenta crecer alimentándose de lo que hemos construido, pero sé, desde hoy, que tú no dejaras que me toque ni que te toque nunca más, por que esos cucos, no valen la pena.]

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