10.20.2010

nunca hay que olvidar

No es confianza ni fortaleza mirar frente a frente a los amigos a quienes injurias, sino desvergüenza, la más grave de las debilidades humanas. – Eurípides/Medea

10.19.2010

Cuando María admiró

María amaba a ese cantante desde el primer día en que lo había escuchado de casualidad cuando pasó por la oficina de su papá y lo escuchó escuchándolo.


Desde ese instante descubrió a que se refería la gente con “canciones profundas” por que cada conjunto de palabras que entraba por sus oídos al poner alguna de sus canciones, revoloteaba en su cabeza pero luego se le clavaban en el corazón.


María descubrió gracias a este señor lo que era admirar a alguien sin conocerlo, hasta ese entonces siempre que se burló de las “misses universo” siempre dijo que admiraba al Papa y a Vargas Llosa solo por compromiso… porque hasta la fecha solo sentía admiración por su mamá y su papá, pero ahora todo era tan diferente. Era la primera vez que le interesaba saber más de la vida de alguien que ni siquiera sabía que ella vivía.


Leyó todos los libros de su biografía y sus escritos, incluso el de los garabatos que hizo una tarde de primavera en un café de París después de que lo dejaran plantado.

Ella sabía que había sido importante para él, ella lo entendía como él la entendía a ella.


Por su interés desbordado por este personaje, sus familiares y amigos empezaron a identificarla con él: cada vez que salía en la tele le avisaban, cada navidad le llegaban muchos cd’s (originales) de él y cuando se corrió el rumor de que tal vez visitaría su país su teléfono fue de los primeros en enterarse.

Pero ella pensaba que era muy lejano aun, incluso le daba miedo verlo en vivo porque cada vez que se sentaba a ver el DVD de sus conciertos el corazón se le subía a la garganta y la comenzaba a ahogar con sentimientos que a veces preferimos esconder bajo la alfombra.


No llegaban mas noticias de su posible visita al país y durante el par de años que María lo conoció y re-conoció, había logrado que cada canción no la llevara sólo a lo que la canción tan perfectamente describía, si no que viajaba más allá, a algún momento de su vida, de lo más personal que podía existir, de lo más intimo que había vivido o que con toda su concentración, había imaginado que algún día viviría.


Entonces llegó el día, en primera plana “… AL FIN EN EL PAÍS”

Carajo

La única opción fue romper el chanchito, los chanchitos, a todos los animales de la granja pero la primera fila tenía que ser para ella y sus ilusiones.

Y compró la entrada el primer día y la miró cada hora para asegurarse de que no fuera un sueño… -me va a ver y va a notar mi admiración, de repente hasta le inspiro algo al artista-

Y se preparó emocionalmente para lo que sería la noche más desgarradoramente hermosa de su vida.


Parada ahí en la cola para poder llegar a su asiento el panorama empezó a cambiar para María al ver su pasión, tan de ella, tan única, compartida por las otras miles de personas que llenaban el estadio. Su corazón se arrugó y se sintió un poco tonta, luego se sentó y lo vio salir y una lágrima le bajó por el corazón por darse cuenta de que no la iba a mirar porque cada canción de él que ella adaptó a su vida, eran también parte del soundtrack de las historias de esas cientos de personas.


Y luego pasó, justo un rato después de que se desconectara del concierto para ordenar su cerebro que había sido atacado por estas ideas que lo cacheteaban preguntándole porqué no les había advertido de que su particularidad de compartiría esa noche, pasó que se detuvo a mirarlo solo a él, como si por arte de magia todos hubieran desaparecido.

Lo vió tan humano que no supo que pensar. Lo vió tan pequeño, tan él, tan ella, tan todos.


Lo miró dándole la mano a sus músicos y luego se vio dándole la mano a su enamorado, lo vio riendo y luego se encontró riendo ella de lo que estaba pasándole. Lo vió cansado porque ya iba más de una hora cantando y se acordó de que ella tampoco había dormido muy bien la noche anterior y su cuerpo la traicionaba. Lo vio sintiendo y sintió entonces que ya no era un “dios”.


“ÉL ESTABA EN EL MUNDO, LO ANALIZABA, LO SUFRIA Y DISFRUTABA, Y ESCRIBIA DE ÉL, Y YO, PRESA FORTUITA DE SU DISCURSO, CAÍ HECHIZADA POR EL MODO EN QUE LO HACÍA”*

Desde ese concierto lo vio con otros ojos y lo admiró aún más por poder hacerla sentir, siendo tan parecido a ella, todo lo que podía hacerla sentir; por poderla hacerla soñar, siendo tan solo un humano, como si ella tampoco lo fuera y los límites no existieran; por poder hacerla creer en algo tan grande siendo tan pequeño y sobre todo, por poder hacérselo sentir no solo a ella, sino a tantos miles de personas, y lograr de que se sientan únicos.

*J. Menéndez Flores: Sabina en carne viva.