7.01.2010

MARTES EN LA MORGUE

La situación era la siguiente, a Catalina la habían despertado de su siesta a las 3:33 de la tarde un martes en el que no provocaba hacer nada y menos ir a la morgue.


Había llegado sola en un taxi azul con luces moradas dentro, que se había aprovechado de su estado de shok y le había cobrado 8 soles más de lo que debía. Luego, Catalina había esperado 24 minutos sentada en una salita blanca con sillas de metal que le enfriaban desde el poto hasta los pensamientos mientras pensaba en que a ella le daban muchos nervios los muertos.

A las 5:22 que la llamaron para entrar al fin a la oficina del policía ya había conocido a Laura, una pequeña mujer con la que estuvo hablando y con la que había creado un nexo especial.

Ya había pasado por la oficina del policía y ahora estaba parada en la puerta de aquel cuarto tan vacío de vida, era la hora de identificar el cuerpo de su novio.


Debo hacer una aclaración para que se entienda mejor la situación y para esto tenemos que volver a Laura, la chica que Catalina conoció en la salita con sillas frías. Importante es este encuentro porque Catalina nunca se había sentido tan sola un martes hasta conocer a Laura, la cantidad de cosas que compartían y tenían en común en una situación tan rara como la que vivían las hacia no querer separarse una de la otra. A las dos las habían despertado de su siesta, a las dos les daban nervios los muertos, las dos estaban ahí para reconocer el cuerpo de sus novios y es más, después de hablar mucho habían descubierto que se trataba del mismo novio.


Antes de seguir, ahora debo solo recalcar que toda esa “magia” de la que hablé que se había creado entre Laura y Catalina había desaparecido cuando se enteraron de este pequeño pero significante detalle y ahora estaban en guerra. Y con guerra me refiero a que en la oficina del policía se pelearon por la única silla que había, firmaron el mismo papel para no ser quien firmara la copia y habían respondido la mayor cantidad de preguntas sobre Alfredo (así se llamaba el novio) que habían podido y esto no hubiera sido malo si es que no se hubieran inventado la mitad de las respuestas solo para poder responder antes que su contrincante.


Ahora si continuo, Catalina, parada en la puerta empezó a recordar todo lo que había vivido con Alfredo y como el enterarse de Laura cambiaba todas, absolutamente todas las ideas que tenía sobre su relación con él. Pensó a las 6 en punto, que quizás sería mejor irse para no hacer más difíciles las cosas, pero el empujón de Laura que había salido al baño y ahora intentaba llegar al cuerpo primera la hizo olvidar estas ideas pacifistas y correr atrás de ella para tocar el cuerpo primero.


La emoción, sensibilidad y nervios no fueron sentimientos que llenaran la sala entonces. Catalina vio como Laura sacaba la tela que cubría el cuerpo sin vida y entonces ella empezó con su ataque –Reconozco esta cicatriz, esta que tiene acá en el brazo, se la hizo mientras cocinábamos para nuestro tercer aniversario-. Catalina terminó de hablar y pudo ver fuego en los ojos de Laura, sonrió satisfecha mientras esperaba el contraataque. Entonces Laura se acercó al pelo del cadáver y lo olió profundamente – yo reconozco este shampoo, lo compramos en nuestro viaje a Europa el año pasado, siempre lo usábamos cuando nos bañábamos juntos.

Catalina reconoció que su contrincante era buena e inmediatamente buscó alguna otra marca en el cuerpo para hablar de esta y luego Laura le respondía buscando otra y contando otra anécdota y así siguieron hasta no poder encontrar más marcas en su cuerpo.

El policía dejó la sala porque ya le dolía la barriga de tanto reírse y les hizo la seña de que esperaría afuera del cuarto.


Las dos mujeres estaban cargando el cuerpo a las 6:30 para que Catalina pudiera demostrar que él tenía un lunar con forma de huevo frito en la nalga derecha, cuando de pronto se abrió la puerta del cuartito de golpe y la imagen que vieron las hizo tirar al cadáver y quedarse pasmadas.

Catalina vio como Alfredo, al verlas juntas, trató de salir del cuarto pero el policía (que no podía más con la risa) parado en la puerta no lo dejó salir. -Sr. Alfredo – dijo el policía - lo dejo aquí con su novia y… su otra novia y por favor explíqueles que ha habido un error y que no es usted quién está muerto, suerte. Luego salió de la sala y cerró la puerta.


Antes de levantar al cadáver del piso o de decir ninguna cosa Catalina le preguntó a Alfredo si no tenía nada que contarles, Laura movió la cabeza afirmando.

–Pero claro – dijo Alfredo a las 6:59 mirando directamente al cadáver – me olvide de contarles que… tengo un hermano.

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